The Diary of the Christ

Han pasado 2006 años desde mi nacimiento, y hace dos horas acabé de leer ese libro que ustedes llaman "La Biblia". Muchas cosas que ahí se escriben son ciertas, pero omitieron varios detalles. Es por eso que escribo este diario, para contarles los detalles omitidos, y así, la verdad realmente os hará libres, hijos mios. Que mi padre los bendiga.

Mi foto
Nombre: Jesús
Ubicación: Paraíso, Cielo

Ya pasaron muchos años desde que fui a la Tierra, y ahora estoy de regreso, pero no me voy a arriesgar a tener una forma física, la última vez que lo hice me mataron. Ahora lo que hago es hablar con ustedes a traves un joven llamado Diego, quien escrbe todo lo que le dicto en este blog.

29 marzo, 2006


Aquí aparece mi doble autorizado, posando para la foto de cuando convertí el agua en chupe. Obviamente, él no pudo hacer eso, porque en el mundo sólo puede haber un Mesías, y ese soy yo (y chingue a su madre el que me contradiga). Entonces lo que hicimos para que se viera perrona la foto fue, pintar el fondo de la pileta de rojo, para que pareciera vino. Aunque en realidad lo que hice con el agua no fue vino, fue mezcal.

La onda estuvo así, estábamos todos (familia, amigos, conosidos, etc.) en una fiesa, en un pueblo que se llama Hamarik Dambhú, que por alguna razón en la biblia dicen que estaba yo en una boda en Caná, yo ni conozco ese pinche pueblo, pero bueno, el caso es que ahí estabamos toda la banda reunida, y no falta el güey que no calcula bien cuanta gente va a ir a su fiesta, se nos acaba el vino y la música sigue sonando.

Al principio yo no quería hacer nada, pero luego ya todos empezaron a insistir, y a decirme que qué me costaba, que ya había hecho aparecer un bosque en pleno desierto, que si era yo puto, en fin. Al final acabé aceptando, pero les dije a mis compas, que ya me tenía empalagado el pinche vino, y que les iba a dar a probar el mezcal. Todos se me quedaron viendo raro y no faltó el grito de "¡Ya bájale, mamón!".

Fue gracias a ese cabrón que gritó eso, que nomás hice ese milagro una vez, claro, despué de un rato todo el mundo me las andaba dando por un traguito de mezcal. Por suerte aprendieron su lección: "No le digas mamón al hijo de Dios".