Acá, como podrán observar, estoy rodeado de mocosos, nunca me los pude quitar de encima, por alguna razón me amaban, y mis poderes no funcionaban sobre ellos, lo más que pude hacer fue hacer anochecer a las cuatro de la tarde, y eso no funcionó tan bien como esperaba, porque se pusieron a gritar reclamando que no se querían ir a dormir porque no tenían sueño.
Todo empezó porque andaba yo solo en medio del bosque (se acuerdan de aquel bosque que cree en medio del desierto), dándome un toque, cuando de pronto oi unas risas infantiles y me dije a mi mismo, ya valió madre. Pues llegaron una bola de mocosos ante mi, apenas me dió tiempo de esconder el churro, y empezaron sus preguntas.
¿A qué huele?, ¿Tú eres Dios?, ¿Cuántos años tienes?, ¿Por qué tienes los ojos tan rojos?, ¿No vas a convidar?, ¿Quieres agua, o un postre?, ¿Es cierto que haces magia?, ¿Me puedes crear otra mamá?
Me levanté y me preparé para mandarlos a la chingada, en eso que llega Judas, afortunadamente se dió cuenta de qué tan serio estaba el pedo (con los niños), y atinadamente les dijo: "Orita no estén molestando al Mesías, anda un poquito ocupado", se me iluminó la cara e incluso se me bajó un poco la pacheca. Pero no falta el pinche chamaco culero que siempre dice algo así como: "Si me corres, le digo a mi mamá lo que estabas haciendo".
No me podía arriesgar, ¿están de acuerdo?, digo sí soy el Mesías y tengo superpoderes, pero andaba tostado, no podía pensar claro y lo más lógico para mí en ese entonces fue ponerme a negociar con el chamaco ese, y llegamos a un acuerdo: Iba a jugar y a hacerles magia a toda esa bola de escuincles, por el resto del día, y ellos me dejaban en paz por el resto de mi vida.
Al principio nos la pasamos a toda madre, les aparecí unas cuatrimotos todo terreno, los llevé a Acapulco, les daba de comer pura pinche chatarra, les contaba chistes que no entendían, los hacía volar (con magia, no con mota), les llevé de safari, bueno... un chingo de cosas. Pero lo que yo no sabía, es que sus madres vieron lo bien que me porté con ellos.
Al día siguiente, me despertó alguien que tocaba a mi puerta, fui a ver quien era, y veo a una ñora con su chamaco, y me dice la méndiga: "Ay, hola, oye un favor, ¿te puedo encargar tantio a mi hijo?, muchas gracias eh", así de huevos me dejó al chamaco, yo todavía la perseguí y le dije que ni madres, que no estaba dispuesto. Al final me "convenció" porque me pegó donde más me dolía, en la publicidad, me amenazó con dejar de ir a mis mitines y de decirle a todo el mundo que yo odiaba a los niños, si no le cuidaba al chamaco.
Y el resto es historia, la vieja esa no les dijo a sus amigas que odiaba a los chamacos (que si los odio), sino que les dijo lo contrario, por eso me nombraron como "El Mesías Niñero". Afortunadamente, tuve mi venganza, a la vieja que lo originó todo la mandé directo al infierno cuando se murió.
5 Comments:
Lo de que pachequeabas, se nota a leguas, sólo a ti se te podía ocurrir tanta chaqueteada, pero me matas de risa, me matas....
me iré al cielo??? Naaaah...
Aunque no me lo creeas, hija mia, todas las parábolas que dije, las dije sobrio... JAJAJAJA, esa ni yo me la creí.
¡¡¡Si quieres ir al cielo, entrale al sexo, las drogas, el alcohol y el rockanrol!!!
jajajaja .... oiga mi señor... lo voy a linkear en mi blog (dios me perdone) me gustaria que me linkeara a mi tambin en el suyo...
"¡¡¡Si quieres ir al cielo, entrale al sexo, las drogas, el alcohol y el rockanrol!!! "
Sabia que no estaba viviendo yo en el error.
Gracias Señor...
He seguido tu consejo aún sin haberlo leído de tí... Es algo divino...
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